Esta es la historia de Daniel, un chico tímido
y de pocas palabras, él vivía solo, al menos así había sido desde que había
decidido mudarse lejos de sus padres; aun cuando era uno de los mejores
estudiantes de su escuela, pasaba la mayor parte de su tiempo libre en su casa
estudiando. Un día una hermosa chica llego a su escuela, su nombre era Erín,
era alta, delgada, cabello negro, ojos cafés y tenía una sonrisa bastante
coqueta; a Daniel le atrajo a primera vista, sin embargo jamás había sentido
algo parecido por una chica y no sabía cómo acercársele.
Durante los siguientes días, Daniel intento
hablar con ella en privado, durante el almuerzo, en la biblioteca e incluso en
las clases que veían juntos, sin embargo le fue imposible, cada vez que
intentaba acercársele, un musculoso y arrogante atleta aparecía en el acto;
desesperado Daniel decidió ponerse en forma en un gimnasio a unas pocas calles
de su escuela, cada día durante los siguientes meses terminada la escuela se la
pasaba entrenando hasta al anochecer, por lo que con el tiempo comenzó a
quedarse dormido en las clases a causa de la fatiga, y su rendimiento académico
drásticamente comenzó a descender, mas esto parecía no importarle, ni siquiera
el hecho de que cada día se le veía a Erín con un chico diferente o que por
todo la ciudad podían verse carteles de “Se busca” con las fotos de los
diferentes chicos con los que había le había visto alguna vez.
Una noche de regreso del gimnasio se encontró a
Erín sentada en su puerta, estaba empapada y tiritando de frio, ella al verle
le recibió con un brazo, mientras Daniel un poco confundido le pregunto
– ¿Qué haces aquí? –
– Solo quise venir a saludarte – le decía ella
a medida que sentía sus musculosos brazos
– Te vas a resfriar, si te quedas aquí –
Sin embargo ella simplemente no le respondió,
prefirió continuar acariciando su rostro y luego su esculpido abdomen
Pero él insistió en que pasara a su casa, y
tomara algo, ella acepto su invitación; allí él le ofreció una taza de
chocolate caliente y unas cuantas galletas, mientras iba a buscarle a su
invitada un poco de ropa; empero al regresar no pudo encontrarle, más una
hermosa melodía proveniente del segundo piso atrajo su atención, venia del
baño, allí Erín estaba tomando una ducha al tiempo que tarareaba una peculiar
canción, Daniel entreabrió la puerta para dejarle a Erín aquella ropa, no
obstante ella al notar su presencia cerro la llave y por unos instantes
permaneció allí totalmente en silencio, mientras Daniel avergonzado no sabía
que hacer; de pronto ella le pregunto
– ¿Me amas? –
– ¿Por qué me lo preguntas? –
Sin embargo le hizo la misma pregunta una vez
más “¿Me amas?”, por lo que Daniel le respondió – Si, siempre te he amado –
antes sus palabras, Erín abrió la puerta de la ducha y con su cuerpo desnudo se
lanzó sobre Daniel y comenzó a besarlo apasionadamente, mientras haciendo todo
un desorden por toda la casa, esta le llevaba hasta su habitación y lo lanzaba
sobre la cama; Daniel no entendía lo que estaba sucediendo pero le gustaba, su
piel totalmente mojada, sus voluptuosos pechos cubiertos por su negra cabellera
y sus labios rojos y jugosos le volvían loco, mas Daniel era un poco torpe en
el asunto, dado que nunca había estado con una mujer, por lo que Erín tomando
su mano la paseo por sus pechos y sus caderas mientras lo besaba con pasión.
Esa noche Erín cumplió todos los deseos de
Daniel, pero a él solo le importaba una cosa, estar con ella, la chica que
amaba; sin embargo al despertar pudo notar que Erín ya no estaba, incluso le
era difícil sentir la más mínima de sus extremidades, también noto fácilmente
que ya no se encontraba en su casa, sino en una especie de sótano alumbrado por
velas, a su alrededor había una serie de cabezas, las cuales inmediatamente le
dirigieron la mirada con sus ojos totalmente abiertos; mientras en ese momento
la voz de Erín interrumpía aquel silencio y pronunciando la misma pregunta que
ella le había hecho… ¿Me amas?, mientras utilizaba sus encantos vacíos y su
belleza venenosa con otro hombre, su próxima víctima.