domingo, 27 de diciembre de 2015

LA CHICA NUEVA

Esta es la historia de Daniel, un chico tímido y de pocas palabras, él vivía solo, al menos así había sido desde que había decidido mudarse lejos de sus padres; aun cuando era uno de los mejores estudiantes de su escuela, pasaba la mayor parte de su tiempo libre en su casa estudiando. Un día una hermosa chica llego a su escuela, su nombre era Erín, era alta, delgada, cabello negro, ojos cafés y tenía una sonrisa bastante coqueta; a Daniel le atrajo a primera vista, sin embargo jamás había sentido algo parecido por una chica y no sabía cómo acercársele.
Durante los siguientes días, Daniel intento hablar con ella en privado, durante el almuerzo, en la biblioteca e incluso en las clases que veían juntos, sin embargo le fue imposible, cada vez que intentaba acercársele, un musculoso y arrogante atleta aparecía en el acto; desesperado Daniel decidió ponerse en forma en un gimnasio a unas pocas calles de su escuela, cada día durante los siguientes meses terminada la escuela se la pasaba entrenando hasta al anochecer, por lo que con el tiempo comenzó a quedarse dormido en las clases a causa de la fatiga, y su rendimiento académico drásticamente comenzó a descender, mas esto parecía no importarle, ni siquiera el hecho de que cada día se le veía a Erín con un chico diferente o que por todo la ciudad podían verse carteles de “Se busca” con las fotos de los diferentes chicos con los que había le había visto alguna vez.
Una noche de regreso del gimnasio se encontró a Erín sentada en su puerta, estaba empapada y tiritando de frio, ella al verle le recibió con un brazo, mientras Daniel un poco confundido le pregunto
– ¿Qué haces aquí? –
– Solo quise venir a saludarte – le decía ella a medida que sentía sus musculosos brazos
– Te vas a resfriar, si te quedas aquí –
Sin embargo ella simplemente no le respondió, prefirió continuar acariciando su rostro y luego su esculpido abdomen
Pero él insistió en que pasara a su casa, y tomara algo, ella acepto su invitación; allí él le ofreció una taza de chocolate caliente y unas cuantas galletas, mientras iba a buscarle a su invitada un poco de ropa; empero al regresar no pudo encontrarle, más una hermosa melodía proveniente del segundo piso atrajo su atención, venia del baño, allí Erín estaba tomando una ducha al tiempo que tarareaba una peculiar canción, Daniel entreabrió la puerta para dejarle a Erín aquella ropa, no obstante ella al notar su presencia cerro la llave y por unos instantes permaneció allí totalmente en silencio, mientras Daniel avergonzado no sabía que hacer; de pronto ella le pregunto
– ¿Me amas? –
– ¿Por qué me lo preguntas? –
Sin embargo le hizo la misma pregunta una vez más “¿Me amas?”, por lo que Daniel le respondió – Si, siempre te he amado – antes sus palabras, Erín abrió la puerta de la ducha y con su cuerpo desnudo se lanzó sobre Daniel y comenzó a besarlo apasionadamente, mientras haciendo todo un desorden por toda la casa, esta le llevaba hasta su habitación y lo lanzaba sobre la cama; Daniel no entendía lo que estaba sucediendo pero le gustaba, su piel totalmente mojada, sus voluptuosos pechos cubiertos por su negra cabellera y sus labios rojos y jugosos le volvían loco, mas Daniel era un poco torpe en el asunto, dado que nunca había estado con una mujer, por lo que Erín tomando su mano la paseo por sus pechos y sus caderas mientras lo besaba con pasión.
Esa noche Erín cumplió todos los deseos de Daniel, pero a él solo le importaba una cosa, estar con ella, la chica que amaba; sin embargo al despertar pudo notar que Erín ya no estaba, incluso le era difícil sentir la más mínima de sus extremidades, también noto fácilmente que ya no se encontraba en su casa, sino en una especie de sótano alumbrado por velas, a su alrededor había una serie de cabezas, las cuales inmediatamente le dirigieron la mirada con sus ojos totalmente abiertos; mientras en ese momento la voz de Erín interrumpía aquel silencio y pronunciando la misma pregunta que ella le había hecho… ¿Me amas?, mientras utilizaba sus encantos vacíos y su belleza venenosa con otro hombre, su próxima víctima.

LA ROSA Y LA MARIPOSA AZUL

Sofía siempre había sido una amante de la naturaleza, incluso desde niña, sin embargo su mayor pasión eran las flores. Y aun cuando pasaba la mayor parte de su tiempo en una oficina desempeñando sus labores de auxiliar financiera, dedicaba sus ratos libres a tomar fotografías y escribir versos a las flores.
Una noche mientras tomaba sus fotografías, un extraño joven se sentó a su lado, saco un cuaderno, un lápiz y comenzó a garabatear; no obstante ella continuo enfocada en sus fotografías. Después de un par de horas, aquel joven se levantó y simplemente se marchó, más para sorpresa de Sofía, había dejado allí, su cuaderno, revelando una rosa azul con una mariposa posada sobre aquella rosa; ella intento buscarle por todo el parque, sin embargo no pudo encontrarle.
Al día siguiente, mientras trabajaba como de costumbre, no pudo evitar pensar en aquel joven y en su cuaderno, de pronto al divisar por la ventana le pareció verle en el tejado del edificio del frente. Ella desesperada agarro aquel cuaderno, y pidiéndole a una compañera que le cubriese, se dirigió allí. Al llegar al tejado aquel joven estaba parado totalmente calmado justo en el borde, ella lentamente se le acerco, sin embargo en ese momento él se lanzó al vacío, mientras Sofía aterrada por aquella escena se acercó rápidamente al barranco, tan solo para descubrir que no había nada, ni sangre, ni cuerpo, solo una estela de pétalos azules. Un poco confundida regreso a su trabajo, no obstante al llegar allí, su jefe le esperaba, se le veía enojado, ella intento explicarle, mas él no estaba dispuesto a escuchar y simplemente le despidió.
Sofía tomo sus cosas y se dirigió al parque, allí se sentó en una banca y comenzó a llorar, no entendía porque le estaba sucediendo eso, sin embargo en ese momento una mariposa se posó en su hombro, ella levanto la vista y contemplo como el cielo era adornado por miles de pétalos azules, y a escasos metros suyos estaba aquel joven desesperado buscando su cuaderno, ella corrió hacia él y entregándole su cuaderno le dijo
– Creo que perdiste esto –
– Gracias, lo había estado buscando –
– Por cierto, me llamo Sergio –
– Sofía –
– ¿Tienes prisa, tal vez podamos tomar un café y hablar un rato? –
– Me encantaría –
Hablaron durante horas y horas, como si el tiempo no les importase, y llegada la noche ambos tuvieron que despedirse tomando caminos separados, sin embargo esto no era un adiós, pues las mariposas azules volverían a cruzar sus caminos, tal y como una rosa azul les permitió conocerse.