Érase
una vez un simple campesino, humilde y sin familia; un día mientras recogía sus
cultivos se encontró un extraño ídolo de oro, al principio tan solo le producía
miedo y tras tres días volvió a su huerto y aun su tesoro seguía allí
esperándole, sin embargo al tocar aquel ídolo, su cuerpo se cubrió de escamas,
le salieron garras y grandes colmillos, así como un par de gigantescas alas;
intento pedir ayuda en una aldea cercana, sin embargo en cuanto le veían
inmediatamente gritaban - ¡Un dragón! – atacándole con tridentes, antorchas y
todo cuanto encontraban. Con el tiempo dedico su vida a robar las aldeas y
sembrar terror en el corazón de quienes le habían causado daño.
Un
día mientras destruía una aldea, se encontró una pequeña niña, ella no parecía
tenerle miedo, tan solo veía su humilde corazón; la niña le siguió hasta una
montaña cercana, y aun con sus potentes rugidos, la niña continuaba sin sentir
miedo. El dragón al ver la humildad de aquella niña, le entrego un viejo cofre
diciéndole – Cuida de este cofre hasta que regrese, no lo abras y te prometo
que toda riqueza cuando ves en este lugar, será tuya.
Pasaron
doce años de completa calma; sin embargo mientras recogía flores en un
bellísimo prado, una imponente figura alada atravesó el cielo y se dirigió a
una vieja iglesia; la mujer le siguió y allí se encontraba aquel dragón.
-
Aun me recuerdas – le decía él
-
Seria difícil olvidarte – le decía ella, abrazándole
-
¿Espero que hayas cuidado del tesoro que te encomendé? – le decía él mientras
acariciaba su hermosa cabellera negra y secaba sus lagrimas
La mujer saco de su canasta aquel cofre y en cuanto quiso devolvérselo,
él insistió en lo conservara un poco más. Esa noche mientras dormía, una gran
muchedumbre armada con antorchas y tridentes ataco su hogar y la llevaron ante
su rey, tratándole como una bruja; ella intento disuadirles, sin embargo tan
solo le humillaban y castigaban aún más. En ese momento uno de aquellos
campesinos le entrego aquel cofre a uno de los guardias del rey, ella intento
disuadirle de abrirlo, pero fue inútil; allí al interior de aquel cofre, un
gran corazón latente sobresalía. Al ver esto, el rey ordeno quemar viva a
aquella bruja, ella intento pedir ayuda a gritos, sin embargo nadie respondía a
sus suplicas. Justo cuando había perdido la más mínima esperanza, aquel dragón
apareció para rescatarle, sin embargo su tiempo había terminado, su corazón no
latía más y las llamas terminaron por consumirles juntos.